En 1907 llegan a Brasil mis bisabuelos maternos – Flavia Neci y Andrea Checoni- provenientes de Perugia,en la región de Umbría – Italia. Tierra de gente cálida que habla con las manos. Traían en el equipaje muchos sueños y algunas recetas. Estas, que fueron incorporados rápidamente con la emigración masiva por toda América. Así que polentas, pastas y pizzas conquistan facilmente el paladar y el corazón de muchos. Por otro lado, mi padre, un lisboeta de nacimiento, que al igual que muchos otros portugueses, seducidos por la promesa de una vida próspera, encuentra en San Pablo, su nuevo hogar. Un gran apreciador de sus deliciosas comidas típicas: bacalao, croquetas y dulces con yemas de huevos, repletos de secretos de los conventos.
La importancia de conocer su ascendencia no reside solamente en la genética heredada. Refleja su atmosfera vital y todo lo que hemos aprendido de los que vinieron antes que nosotros. Somos alimentados comúnmente por mujeres: madres, tías, abuelas que son, en su mayoría, quienes nos enseñaron a comer. Y hoy, comemos lo que comemos, gracias a esta influencia. Sin darnos cuenta vamos moldeando nuestro paladar y desarrollando otros nuevos. Hasta nuestra microbiota intestinal, se conforma según el espacio geográfico que ocupamos, donde habitamos y las personas con las que convivimos.
La Moussaka es para Grecia, el Asado para los Argentinos y el Sushi para los Japoneses. Sumado a la representatividad étnica, el alimento tiene el poder de promover la salud o acercarnos a la enfermedad. Puede silenciar o activar los genes que alteran el funcionamiento del cuerpo. Permite adecuar las funciones cerebrales, mejorar la cognición, controlar las emociones, e incluso, culminar en el bienestar psicológico o no.
La buena comida trasciende los nutrientes del plato. Se conecta con nuestras tradiciones, afectos y aromas que impregnan el sabor de la infancia entre una celebración y otra. Nuestras hormonas, nuestros neurotransmisores y nuestra salud global, se ven afectados por este acto tan elemental. Te invito a conocer tu historia. A nutrir tus pensamientos, tu cuerpo y alma con aquello que te hace bien, con equilibrio y sabiduría. Cuenta conmigo en este proceso.